Hacia una caracterización de la Masonería Progresista

Por Guillermo Fuchslocher

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La estrella es el símbolo del progreso en la Francmasonería Progresista de Rito Primitivo.

Resumen: Artículo escrito en recuerdo del querido hermano Pedro Saad Herrería en el segundo aniversario de su fallecimiento. En él se caracteriza a la masonería progresista a partir del desarrollo histórico masónico y de esta corriente en particular. Para el efecto se remonta a la gran división masónica entre «regulares» e «irregulares», al surgimiento de la tendencia liberal y adogmática y a las preocupaciones progresistas dentro de ella, a las primeras manifestaciones y consolidación de la tendencia progresista en Latinoamérica en los años 40 y 50 del siglo XX, al proceso de surgimiento del progresismo masónico ecuatoriano en el último cuarto de dicho siglo, y a una visión del pensamiento masónico progresista latinoamericano desde la perspectiva de Pedro Saad, hasta llegar a la forma como actualmente entienden el progresismo masónico destacados representantes de confederaciones masónicas liberales del continente americano que han asumido posiciones progresistas, con todo lo cual concluye con un compendio en nueve puntos de lo que caracteriza a la masonería progresista.

PedroSaadHerrería

En recuerdo del gran masón progresista que fue
el muy ilustre y querido hermano Pedro Saad Herrería,
en el segundo aniversario de su fallecimiento.

Aunque al revisar la historia masónica moderna, especialmente la relacionada con los principales movimientos de transformación social, encontramos masones y organizaciones masónicas que cumplieron un papel considerado «progresista», hasta hace unos años no era usual en Ecuador y probablemente en algunos otros países, el uso de este calificativo para referirse a masones, masonas, organizaciones masónicas, o a una tendencia o corriente específica de pensamiento masónico. Pero esto está cambiado y cada vez con más frecuencia se lo utiliza a manera de señalamiento de un objetivo o ideal, aunque no suele estar claro lo que implica y de dónde viene esta concepción, por lo que se hace necesaria una caracterización de la Masonería Progresista.

Para ello previamente remontémonos al pasado. La fundación de la Gran Logia de Londres, la de los «modernos» de 1717, supuso el surgimiento de un nuevo tipo de concepción y organización masónica, la que se caracterizó principalmente por su búsqueda de un entendimiento fraternal entre quienes pensaban diferente, basándose en un incipiente laicismo. Su propagación facilitó la aparición de los ritos, los que canalizaron las diferencias doctrinarias, con lo cual el panorama masónico internacional se conformó con diversas organizaciones masónicas con doctrinas diferentes, lo que mostró una realidad en que existían distintas masonerías, pese a lo cual había una cierta conciencia de unidad en la diversidad. Pero estaban latentes las diferencias entre las concepciones religiosas de los «antiguos» de 1751 y la propuesta casi laica de los «modernos» de 1717, lo que en un primer momento terminó en tierras británicas en 1813 con la unificación de las dos organizaciones y tendencias, prevaleciendo la concepción de los «antiguos». Sin embargo en Francia se había consolidado y fortalecido la concepción original de los «modernos», pese a lo cual se produjo un traspié en 1849 cuando un sector religioso logró introducir en las Constituciones del Gran Oriente la creencia en Dios y en la inmortalidad del alma, pero esto fue corregido y reafirmada la concepción laica y de defensa de la absoluta libertad de conciencia mediante la supresión de la fórmula Gran Arquitecto del Universo, GADU, por parte de los Grandes Orientes de Bélgica y Francia, en 1872 y 1877 respectivamente. (1) Ante esto, la Gran Logia Unida de Inglaterra, que ya manifestaba pretensiones hegemónicas, y otras grandes logias que también habían asumido la concepción «antigua», descalificaron duramente al Gran Oriente de Francia, con lo cual se derrumbó la aspiración de unidad, fraternidad y universalismo masónicos, y en su lugar se evidenció la ruptura entre una masonería que se había vuelto religiosa, y que sobre esta base se atribuyó a sí misma la calidad de «regular», y otra masonería que había conservado y profundizado su carácter laico, a la que la primera tildó de «irregular», lo que llegó a convertirse en mote despectivo utilizado entre «hermanos».

Esto señaló caminos distintos para estos dos tipos de masonería, pero en el ámbito de aquellas que fueron tachadas de «irregulares», principalmente el Gran Oriente de Francia, se produjo una evolución desde la defensa de la libertad de conciencia hacia posiciones más amplias que ahora calificamos como «liberales». Y en este proceso evolutivo tuvo importancia la influencia masónica en la expedición de la ley francesa de 1905, que estableció que la República «no reconoce, no paga, ni subsidia religión alguna», y en la declaración de laicidad estatal en las constituciones políticas de diversos países, pues ello marcó un hito que se ha constituido en referente claro de la laicidad, asumida como principio masónico que habiendo estado en sus orígenes ahora se trababa de defenderlo socialmente, no solo por parte de organizaciones masónicas de tendencia liberal sino también por algunas encuadradas en la regularidad inglesa, lo que a su vez generó la aspiración de que la laicidad también se practique al interior de las organizaciones masónicas que dicen defenderla. A partir de esto, en Europa, especialmente en Francia y en los ritos Francés y Escocés Antiguo y Aceptado, se produjo un avance continuo en las concepciones masónicas, incluyéndose ya en 1907 en los rituales de Rito Francés del Gran Oriente de Francia la mención de que la francmasonería es filantrópica, filosófica y «progresiva» (Guerra, 2015 abril 2). A lo que se suma la lucha de las mujeres por su incorporación en la masonería y la creación de logias y federaciones masónicas femeninas y mixtas. Por su parte en Latinoamérica las concepciones masónicas liberales estuvieron presentes debido al imaginario popular que relaciona independencia y revoluciones liberales con masonería, y por alguna influencia de la masonería francesa. Así, para 1947, en Montevideo, se adoptó una incipiente concepción masónica liberal en la Primera Conferencia Interamericana de la Francmasonería Simbólica, lo que produjo que la Gran Logia Unida de Inglaterra cuestionara y desconociera a la Gran Logia del Uruguay, anfitriona del evento, y fruto de ello se desacelerara -y hasta se retrocediera- en el avance de las concepciones masónicas de las más importantes grandes logias latinoamericanas de la época, lo que dio lugar al paulatino surgimiento o fortalecimiento de grandes logias y grandes orientes de más reciente creación y tendencia liberal. A nivel mundial la evolución masónica liberal no se detuvo y en 1961 se afianzó con la creación del Centro de Comunicación e Información de las Potencias firmantes del Llamado de Estrasburgo (CLIPSAS), el que se convirtió en la organización mundial que aglutinó a la masonería no tradicionalista que devino en liberal. Con estos antecedentes, diversas e importantes organizaciones masónicas imputadas de «irregulares» adoptaron para sí los calificativos de «liberales y adogmáticas» a fin de resaltar su incorporación de la mujer y la defensa de la libertad de conciencia mediante su apertura a no creyentes, contrastando en estos aspectos con las organizaciones que siguen la concepción inglesa de regularidad, a las que, por contraste, describen como conservadoras y dogmáticas.

Pero en ciertos casos las concepciones masónicas liberales evolucionaron hacia posiciones llamadas progresistas, preocupadas por los problemas sociales y por la necesidad de actuar en la sociedad en consecuencia con los principios masónicos, lo que enfrentó el rechazo de algunos sectores masónicos conservadores que consideran estas posiciones como políticas, incompatibles con sus visiones masónicas tradicionalistas y apolíticas.

Sin embargo, la política siempre ha estado presente en la historia masónica si consideramos al apolitismo como una forma de defensa del statu quo, es decir una actitud política pero de carácter conservador, y si recordamos tan solo: las logias jacobitas del siglo XVII, de naturaleza política y militar; la temprana vinculación de la Gran Logia de Londres con la Casa de Hannover; la prohibición del tratamiento de asuntos políticos en logia y de toda acción contra el gobierno constituido; la creación y actuación de las logias lautarinas, que principalmente por «políticas» hay quienes les niegan su carácter de masónicas; la creación de la Gran Logia Unida de Inglaterra en 1813, en respuesta a necesidades políticas de la monarquía británica de la época; la supresión en 1854, por parte del Gran Oriente de Bélgica, de la prohibición de discusiones políticas en las logias, lo que generó el consiguiente rechazo de otras organizaciones masónicas. Me pregunto: ¿no será que para el conservadurismo masónico, presente aún en organizaciones masónicas liberales, la política ha sido proscrita y considerada negativa cuando ha propiciado el cambio, pero no cuando ha defendido el statu quo, en cuyo caso no consideran que se trate de política? En relación con este punto no puede desconocerse la naturaleza política del ser humano (el zoon politikón de Aristóteles), y que la vida en sociedad supone la existencia de relaciones de poder y por tanto de relaciones políticas. Al respecto el filósofo peruano Jaime Araujo Frías (2015) expresa que actualmente la política «Es el oficio de gestionar el poder del pueblo al servicio del bien de todos» y recuerda el origen de la concepción occidental de política:

«…intervenir en las cuestiones de interés público era para los griegos la actividad social más preciada: todo ciudadano tenía el deber de participar. De tal manera que quienes no lo hacían eran considerados enfermos. Padecían la terrible enfermedad del “idiotismo”. La palabra idiota proviene del griego idios que significa privado, uno mismo, hostilidad a las cuestiones públicas. Y se utilizaba para nombrar a los ciudadanos egoístas que no se interesaban por los asuntos públicos, es decir por la política.».

Por esto hay que diferenciar el proselitismo y la controversia política «partidista» respecto de la preocupación cívica por los asuntos políticos; los primeros generalmente están prohibidos por ley en organizaciones con fines distintos a los políticos (partidos y movimientos políticos), pero la segunda es una obligación de todos, como ciudadanos y ciudadanas, cuya abstención o prohibición constituiría una «idiotez» en los términos expuestos por Araujo Frías. De tal manera que es difícil negar el carácter político de la aceptación o insatisfacción respecto del estado de cosas vigente en una sociedad, por lo que acontece en ella y en general por los asuntos públicos, temas que no tienen carácter íntimo, sino que son eminentemente sociales. En este sentido el quehacer de los grupos humanos -incluidos los masónicos- es político, y aún las actitudes de evasión tienen repercusiones políticas pues apoyan tácitamente el inmovilismo. Y en masonería las diversas posiciones «políticas», en el sentido positivo y cívico de la palabra, para referirse al posicionamiento expreso o tácito respecto del acontecer social e institucional, se han descrito utilizando calificativos como conservador, liberal y progresista.

Respecto de las actuaciones masónicas de naturaleza progresista hay hechos importantes en los que ellas se han manifestado. En Europa y pasado el convulsionado siglo XVIII, se expresó una cada vez mayor preocupación por los asuntos públicos y una activa militancia política de muchos masones: En 1871 logias parisinas participaron en la defensa armada de la Comuna de París en la que actuaron numerosos masones. En la masonería española de la época existió gran preocupación político-social, especialmente por parte de masones republicanos, anarquistas, socialistas, que influyeron socialmente con sus ideas, sobre todo educativas, y participaron en la Primera República. Ya en el siglo XX, en Francia se produjo una importante influencia de masones de diversas tendencias de izquierda, unidos a partir de las ideas de república y laicidad, quienes desde entonces han tenido una gran preocupación por los problemas sociales, mientras en España fue importante la participación masónica en la Segunda República. Mientras tanto en Latinoamérica se evidenciaron posiciones progresistas principalmente en el siglo XX, dado que el siglo anterior se caracterizó por luchas de carácter liberal, aunque al interior de los movimientos liberales ya se manifestaron ciertas concepciones sociales que se ubicaban a la izquierda del típico liberalismo, como fue el caso del ala radical del partido liberal en Ecuador y de los partidos radicales de otros países latinoamericanos, en los que participaron numerosos masones. En el siglo XX destacó especialmente el aporte de valiosos masones que, con su pensamiento y acción, contribuyeron al progreso social de sus pueblos y a la unidad de la América Latina, e influyeron como referentes en el pensamiento social, político y masónico latinoamericano, como fueron los mexicanos Vicente Lombardo Toledano (1894-1968) y Lázaro Cárdenas (1895-1970), los peruanos José Carlos Mariátegui (1894-1930) y Víctor Raúl Haya de la Torre (1985-1979), el nicaragüense Augusto César Sandino (1895-1934), el ecuatoriano Manuel Benjamín Carrión (1896-1979) y otros artistas y escritores, y posteriormente el chileno Salvador Allende (1908-1973).

Al respecto, el historiador y masón ecuatoriano Pedro Saad Herrería (1940-2014) escribió:

«La Masonería se encontró entre dos agujeros. Por un lado, unos liberales que habían dejado de serlo; y por otro unos izquierdistas que no aceptaban ninguna interferencia en su pretendido dominio del alma de los pobres.

«Había que inventar algo. Y así se hizo.

«En Perú, dos de las mentes más lúcidas de América: Víctor Raúl Haya de la Torre y Juan Carlos Mariátegui trataron, cada uno por su lado, de generar una doctrina latinoamericana que fuese capaz de armonizar los vientos que recorren el mundo con las raíces que se enclavan en la tierra.

«Haya de la Torre fue aún más lejos. Entendiendo, como buen maestro masón las relaciones dinámicas y armónicas que deben existir entre el macro y el microcosmos, desarrolló un concepto unitario que parecía una traslación de la física moderna a la comprensión de la sociedad. Lo llamó EspacioTiempo para definir el entorno global de un hombre. En esto no coincidía con Mariátegui.

«Pero los dos sabían perfectamente que no existiría posibilidad alguna de liberación parcial si no había una unidad latinoamericana, de modo que el Partido del hermano Haya de la Torre no se llamó “peruano”, sino APRA, que es Acción Popular Revolucionaria Americana.

«Lo atacaron: la oligarquía de su país; las instituciones políticas de su país; Washington, que no quería una América Latina fortalecida en su unión y paradójicamente… Moscú, que prefería una América Latina debilitada por su separación.

«Casi simultáneamente, en Centroamérica estaba surgiendo otra tendencia de la misma búsqueda de un socialismo que fuese libertario y masónico. Apareció allí sin la profundidad filosófica de Haya de la Torre o el apego a la tierra de Mariátegui; pero estaba llena, en cambio, de vigor viril y decidida a dar la vida por los principios que sustentaba. El General de Hombres Libres, Augusto César Sandino, tan masón que utilizaba como insignias algunos símbolos nuestros y que trataba a sus compañeros de hermanos, no sólo organizó la resistencia de su pueblo al invasor y al tirano, sino que rescató como cumbre de su pensamiento ideológico el proyecto que llamó “Plan de Realización del Supremo Sueño de Bolívar”, que no era otro que el afán por unir a la América Latina.

«Lo atacaron: la oligarquía de su país; las instituciones políticas de su país; Washington, que prefería una América Latina debilitada en su separación… y Moscú, que no quería una América Latina fortalecida en su unión.

«Bien poco después, como parte del mismo esfuerzo de creación, surgió en México la Confederación de Trabajadores de América Latina (la CTAL), obra del hermano Vicente Lombardo Toledano, quien había comprendido que si los explotadores del continente eran uno solo en el fondo, los trabajadores del continente tendrían que actuar como un solo contingente sindical.

«Lo atacaron… Los mismos de siempre, por las mismas razones de siempre. (Saad, 2014)

Pero si algunos hermanos estaban en sintonía con el acontecer social y llevaban la delantera en materia de ideas y acciones, las organizaciones masónicas avanzaban a distintos ritmos. Para el año 1947, mientras en Uruguay el conjunto de grandes logias latinoamericanas reunidas en la Primera Conferencia Interamericana de la Masonería Simbólica mostró un avance del pensamiento masónico latinoamericano hacia posiciones liberales y creó la Confederación Masónica Interamericana (CMI), la que luego devino conservadora, en México se creó la Academia Mexicana de Rito Primitivo, de carácter progresista, integrada por masones «de izquierda» encabezados por el ingeniero colombo-ucraniano Silvestre Savitsky (1894-1954) y el arquitecto gallego José Caridad Mateo (1906-1996). La concepción progresista de este Rito y de estos hermanos se sustentaba en su tradición, referida a las luchas masónicas por los ideales de libertad y de progreso y vinculada a la ciencia y la cultura, y se manifestó en sus prácticas y en la actualización de sus principios, los cuales luego encontraron algunas coincidencias con otras organizaciones masónicas y especialmente con hermanos franceses con los que se vincularon y se influenciaron mutuamente en el marco de sus relaciones con el Gran Oriente de Francia. Incluso esta adhesión a los principios progresistas hizo que en el Sureste Mexicano y Centroamérica, la Academia (Gran Logia y Supremo Consejo) de Rito Primitivo, presidida por el profesor Ramón Espadas y Aguilar (1889-1972), adoptara el nombre de Francmasonería Progresista.

Sobre este tema el querido hermano Alejandro Ruz Ávila, Presidente de la Academia de Historia de la Francmasonería y del Centro de Estudios Sociales e Investigaciones Históricas de la Masonería, de Yucatán, México, en su libro «Masonería Progresista. El Rito Primitivo en Yucatán.» (2015), aporta valiosos datos que permiten comprender las influencias y la evolución de las concepciones masónicas progresistas. Él narra que en 1953 nació la Alianza de Grandes Potencias Francmasónicas Liberal Progresistas fundada por los Supremos Consejos del Rito Nacional Mexicano, del Rito Escocés Antiguo y Aceptado del Sureste de los Estados Unidos Mexicanos y del Rito Primitivo Universal, la cual entre sus principios adoptó la concepción de la francmasonería como movimiento filosófico activo (planteada ya en la Primera Conferencia Interamericana de la Masonería Simbólica de 1947) pero además puntualizó su carácter humanitario, abierto a las distintas tendencias que aspiran al mejoramiento material, moral y cultural de la humanidad; el reconocimiento de los derechos humanos; el propósito de impulsar la justicia, la paz y la fraternidad entre personas y pueblos sin distinción alguna; el rechazo a afirmaciones dogmáticas, sin imponer ni prohibir convicciones; el combate al fanatismo, los privilegios y la intolerancia; la defensa de la Libertad, Igualdad y Fraternidad; la finalidad de búsqueda y triunfo de la verdad y el progreso del género humano; y su trabajo por la unión, solidaridad y cooperación entre los francmasones y por la fraternidad universal; estableciendo entre sus objetivos la sustitución de viejos moldes de pensamiento y la construcción de ideales nuevos. (pp. 22, 25-26)

Alejandro Ruz (2015) añade que para julio de 1954 se constituyó en París la Alianza Fraternal de Potencias Masónicas (Alliance Fratemelle des Puissances Maçonniques), en la que estuvieron representadas las mencionadas organizaciones masónicas mexicanas de carácter progresista. Pero lo más relevante es que en la Declaración de Principios de la naciente asociación no solo se recogió las ideas expresadas en los principios de la Alianza de Grandes Potencias Francmasónicas Liberal Progresistas, sino que se las desarrolló y se las asumió como principios masónicos progresistas. Estos principios señalaron el carácter no utópico de sus fines pues establecieron la persecución de ideales realizables en la sociedad, de la que recoge inquietudes y siembra ideas; su no creencia en estados perfectos que serían inmutables y su carácter dinámico como factor activo de progreso, entendiendo por progreso la constante superación del pasado para emancipar al ser humano del dolor, de la esclavitud y de toda servidumbre material y moral, y para hacerle participar en todos los beneficios de la civilización y la cultura, por medio de una organización positiva de la sociedad; reconoció que los principios se desarrollan en cada pueblo y en cada época de la historia con arreglo a las condiciones del medio; consideró como sus metas destruir los viejos moldes de pensamiento y de acción que se oponen al progreso, construyendo nuevos ideales al servicio del ser humano y laborando por su triunfo, para lo cual recurre al conocimiento científico y persigue el conocimiento de la verdad sancionada por la experiencia; que la francmasonería es un movimiento filosófico activo, filantrópico, nacional y universalista, en el que caben todas las orientaciones y criterios que respetan y defienden el postulado de la personalidad de los hombres y los pueblos; proclamó el Derecho a la Rebelión contra todas las tiranías políticas, económicas, culturales, etc., que no respeten los derechos; y los principios de libertad de pensamiento, de conciencia y de absoluto laicismo del Estado, para mantener una convivencia pacífica; se preocupó por acrecentar el acervo común del pensamiento progresista universal, con base en la convivencia de los seres humanos y los pueblos; declaró que su objetivo fundamental es la búsqueda de la verdad para impulsar el progreso del género humano, obstaculizado por la ignorancia y la superstición; consideró que la francmasonería es militancia; la evolución de la humanidad desde una perspectiva de filosofía de la historia contenida en la leyenda de Hiram; y que tiene carácter de academia para estudiar dicha filosofía; que sus principios tienen la elasticidad suficiente para que su interpretación los haga válidos en todos los tiempos y en todos los países, ya que en ellos anida el germen del progreso, que se desenvuelve con arreglo al medio; proclamó el derecho de hospitalidad que se debe a las personas e instituciones perseguidas por sus ideales de justicia y libertad y el derecho de asilo a francmasones y potencias francmasónicas perseguidas en sus países, para que puedan seguir trabajando desde el exilio por la libertad de sus pueblos. (pp. 28-32)

Con este antecedente, la Academia Maya de Rito Primitivo incorporó en sus principios las concepciones que tiene en común con el liberalismo masónico, como los ideales del tríptico libertad, igualdad, fraternidad; el respeto a las libertades de pensamiento y de conciencia; la defensa del laicismo de Estado; y el carácter no dogmático ni discriminatorio de las instituciones masónicas. Pero además incluyó los principios progresistas, como su comprensión del progreso como superación del pasado para emancipar al ser humano y hacerlo partícipe de los beneficios de la civilización y la cultura, mediante la educación, el trabajo y una organización positiva de la sociedad; que la masonería constituye factor activo de progreso, sin aspirar a estados perfectos sino ideales realizables, rompiendo los viejos moldes de pensamiento, y construyendo y trabajando por nuevos ideales al servicio del ser humano; por lo que es humanista, defiende y promueve los derechos humanos, al Estado de derecho, una democracia que impida los privilegios, la explotación del hombre por el hombre y de los pueblos débiles por los pueblos fuertes; apoya la autodeterminación de los pueblos, condena las guerras de conquista, propicia la unión solidaridad y cooperación entre seres humanos y pueblos, y proclama el derecho a la rebelión contra las tiranías; estudia las distintas ideologías y busca los puntos comunes para impulsar la justicia y la paz, y aspira al conocimiento de la verdad sancionada por la experiencia, para impulsar el progreso del género humano obstaculizado por la ignorancia y la superstición; y considera a la filosofía masónica como una actitud ante la vida que debe llevar a una acción militante consecuente con ella. (FPU, 1997, pp. 7-8)

En el proceso evolutivo reseñado, en que confluyó y tuvo importante influencia el pensamiento masónico mexicano y francés, podemos apreciar cómo a partir de ideas previas cada vez se realizaron nuevos aportes, los que paulatinamente configuraron la concepción masónica progresista. Pero esto no tuvo toda la trascendencia que hubiese sido deseable y no llegó a tener una difusión importante en organizaciones masónicas de otros países en los que predominaba el tradicionalismo, en una época en que Internet todavía no había derrumbado las fronteras artificiales que han pretendido impedir el conocimiento y la relación entre masones y masonas de diferentes concepciones, ritos, grandes logias, grandes orientes.

Por esto en Ecuador, pese a importantes aportes de logias y hermanos de tendencia liberal de fines del siglo XIX y principios del siglo XX, y alguna manifestación socialista en la primera mitad del siglo XX, para la segunda mitad de dicho siglo los hechos narrados acontecidos en México y Francia eran desconocidos y el principal referente masónico constituía la concepción de la regularidad inglesa, siendo tan solo materia de  relato anecdótico un hecho presentado como extraño y aberrante: la existencia en Francia de una masonería «atea». Mientras tanto el mundo vivía la «guerra fría», la Revolución Cubana era un tema que generaba posiciones encontradas, pero entre pocos masones de izquierda se contaban anécdotas sobre una supuesta ayuda de hermanos a los revolucionarios de Sierra Maestra, y se conversaba sobre la vía pacífica al socialismo de nuestro hermano Salvador Allende y sobre su muerte y la de su proyecto.

Nuestro hermano Pedro Saad (2014), con su visión de masón progresista, historiador crítico y hombre de izquierda, lo recordó así:

«La segunda postguerra se convirtió muy rápidamente en “Guerra Fría”, y las polarizaciones se volvieron aún más extremas, mientras el maniqueísmo (Dios-Diablo, Bueno-Malo) coloca los términos del debate fuera del campo ideológico y dentro de la esfera de lo puramente mitológico.

«Habrá que esperar a 1959, y al proyecto inicial de la Revolución Cubana, para que la creatividad de pensamiento social rebase los penosos límites del diagnóstico y se vuelva una vez más operativa.

«El primer modelo de desarrollo no-capitalista de la Cuba revolucionaria es sumamente original, y su adhesión posterior al esquematismo moscovita es fruto de la operación “de pinzas” que produce la voracidad geopolítica soviética, la voracidad económica norteamericana y la estupidez generalizada de América Latina: maldición tripartita que estuvo a la base de todas nuestras desdichas.

«También de la imposibilidad de independencia para Cuba. Ahora ha vivido con los dos monstruos y les conoce las entrañas.

«Cuando el Che, modelo arquetípico del hombre nuevo, escapa del modelo cubano, anquilosado a la fuerza y para huir de las limitaciones del un monstruo cae en las garras del otro, el período de creatividad parece terminar.

«Pero no es así. Felizmente nunca es así. La creatividad no termina nunca. La Unidad Popular chilena, que quiere un “socialismo con empanadas”, hace renacer la esperanza. Es, además, un modelo explícitamente masónico, por la conducción del hermano Salvador Allende.

«Quizá es excesivamente tarde. O demasiado pronto. Como quiera que se lo vea, otra vez el tridente maldito de la voracidad de los dos imperios y nuestra imbecilidad dan al traste con un régimen que al final no pudo garantizar ni socialismo ni empanadas.

«Un nuevo vaivén en esta montaña rusa que comienza a producir náuseas con sus altibajos.

«Y de pronto, casi literalmente hay un renacimiento. En julio de 1979, el Segundo Sandinismo, que nació en la Logia Augusto César Sandino, recupera los sueños de su patrono, que había recuperado los sueños de Bolívar. También estos nuevos sandinistas se llaman hermanos; también usan la simbología; también…

«En fin, son nosotros.»

Ese mismo año 1979 nació la Gran Logia Equinoccial del Ecuador, en la cual las concepciones liberales y progresistas se empezaron a manifestar poco a poco, especialmente en el seno de logias como la Luis Vargas Torres, debido a la inquietud de viejos masones que en su juventud habían militado en el socialismo y que insistieron en la iniciación de candidatos valiosos cuyo defecto consistía en ser hombres de izquierda, y también debido a la incorporación de exiliados chilenos que habían debido abandonar su patria luego del golpe de 1973, todo lo cual tuvo como resultado el surgimiento en 1983 de las logias Voltaire y Arauco y posteriormente las logias que nacieron de éstas. Además fue muy importante en este proceso la creación en 1984 del Gran Oriente de Chile en el Exilio, del que casi forma parte la Arauco (2).

Pedro Saad (2014), masón, demócrata, socialista y «laico hasta el agnosticismo», siguió recordando estos tiempos y tomando partido desde sus convicciones:

«Un poco después, en una reunión continental a la que asistimos varios hermanos de la Gran Logia Equinoccial del Ecuador, incluso el Venerable Maestro de la Flavio Alfaro, el hermano y comandante nicaragüense Bayardo Arce definió las fuentes ideológicas de este segundo sandinismo como una fusión creativa de tres vertientes: el marxismo, el nacionalismo latinoamericano y el cristianismo.

«El hermano y comandante elabora cada una de las tres. Es un marxismo reformado, es un nacionalismo pluricultural y es un cristianismo liberador.

«Pero no importan los adjetivos. La sola inclusión del cristianismo en un nuevo concepto socialista es la incorporación de la vertiente ética de la doctrina, de su contenido espiritual, de aquella parte entrañable e irrenunciable de la condición humana, que sólo el anarquismo había sumado a los conceptos económico-sociales.

«Curiosamente, es al fracasar cuando ejercen de mejor modo estos nuevos conceptos. Cuando pierden las elecciones y entregan pacíficamente el poder que conquistaron con sangre es cuando los nuevos sandinistas demuestran su estirpe democrática y su esencia cristiana.

«Ahora las posiciones de la nueva Masonería latinoamericana se aclaran aún más…

«1.- Inventar unos modelos autónomos de desarrollo, que sean capaces de conjugar todos estos valores;

«2.- Ser capaces de elevarse hasta la comprensión de que sólo se podrán tener si se pueden mantener democráticamente; y, por supuesto,

«3.- La lucha por la unidad de América Latina. «

Para 1990 en lo político el Frente Sandinista de Liberación Nacional entregó el poder en Nicaragua y en lo masónico el Gran Oriente de Chile en el Exilio se transformó en Gran Oriente Latinoamericano, conformado con logias mixtas de Rito Francés en diversas partes del mundo, incluido Ecuador. Luego, para 1994, se fundó la Logia Eugenio Espejo, primera de Rito Francés de la Gran Logia Equinoccial del Ecuador. Con estos hechos masónicos se facilitó la desmitificación y práctica del Rito Francés y de la masonería «liberal» en el país, calificada anteriormente en nuestro medio como «atea», constituyendo este Rito un vehículo que permitió dar un paso adelante en la búsqueda de una masonería ecuatoriana comprometida con su pueblo. Las ideas de cambio se empezaron a extender y tenían diversas manifestaciones en distintos ámbitos, así para 1996 el proyecto de reflexión, praxis y trascendencia «Nueva Utopía» había acelerado la evolución de las concepciones del filosofismo escocecista equinoccial, renovándose sus principios e inquietudes con influencias liberales y progresistas.

Pero fue recién hacia 1997, cincuenta años después de la fundación de la Academia Mexicana de Rito Primitivo, que se empezó a conocer en Ecuador, muy limitadamente, la Francmasonería Progresista de Rito Primitivo, aunque la utilización del término progresista como calificativo se ha utilizado para referirse tanto a este Rito cuanto a ciertos sectores del Rito Nacional Mexicano y a logias, masones y masonas de otros ritos con una concepción y accionar «progresistas». Una caracterización de la Francmasonería Progresista de Rito Primitivo, comparándola en varios aspectos con las masonerías conservadoras y liberales, la expuse en una plancha titulada «Aproximación al Rito Primitivo» (Fuchslocher, 2010) que pueden leerla en https://goo.gl/a9D6bE .

Para 1998 empezó a funcionar la primera logia «primitiva» ecuatoriana y en 2004 se conformó la Academia Francmasónica Ecuatoriana (AFE), federación masónica de coordinación educativa y operativa de las logias de capacitación, de perfeccionamiento y administrativas y de los nueve grados del Rito Primitivo, la que se definió como librepensadora, progresista, mixta y democrática, y cuya aspiración es la formación de un nuevo ser humano y la construcción de una nueva sociedad, en la que no existan discriminación, intolerancia, fanatismo, autoritarismo, privilegios, ni explotación del hombre por el hombre, e imperen la libertad, la igualdad y la fraternidad. Ella hizo suyo el desarrollo evolutivo de los principios del Rito Primitivo y de la masonería progresista y añadió sus propios aportes y los de las logias progresistas ecuatorianas que la precedieron, especialmente la concepción de la masonería como institución de vanguardia del progreso de la humanidad; el respeto a la naturaleza y fomento de una conciencia ecológica; la defensa y fomento del laicismo y la laicidad; la promoción de la paz como horizonte de entendimiento universal y construcción de una auténtica democracia en los órdenes político, económico, social y cultural; la búsqueda de la justicia como mecanismo de equidad entre los seres humanos y entre las naciones; el impulso del proyecto histórico bolivariano y alfarista de integración latinoamericana; la defensa de los principios de soberanía de los estados, no intervención y solución pacífica de las controversias; la oposición a toda forma de discriminación, intolerancia o privilegio; el estímulo a la creatividad en todas sus formas, orientada al progreso social y al desarrollo humano; la promoción y fomento de los deberes ciudadanos, tales como la solidaridad, la participación, la responsabilidad y el control de las instituciones públicas por parte de la sociedad; el impulso a la organización social, concebida como medio para la construcción de una nueva democracia; y la integración masónica mundial. Además declaró:

«6. Aspira a que, con la acción de su miembros, prevalezca la idea del cambio, como esencia de la francmasonería, entendiéndolo como progreso permanente -y jamás como retroceso-, en beneficio de las mayorías tradicionalmente relegadas y explotadas, incorporándolas al quehacer masónico, como fundamento para que ellas construyan una verdadera democracia, entendida como poder popular, el cual, a partir de los principios de Libertad, Igualdad y Fraternidad, permanentemente actualizados frente a los retos de los nuevos tiempos: armonice la necesidad de logro de la justicia social y económica con el pleno ejercicio de las libertades políticas; los derechos y obligaciones de carácter individual con los de la sociedad toda; el desarrollo económico con el respeto al medio ambiente y su preservación para las generaciones futuras; garantice la plena vigencia de los derechos humanos y de los derechos económicos, sociales y culturales de los pueblos; preserve un estado de derecho laico que concilie el gobierno de mayorías con los derechos de minorías, la participación de la sociedad civil en el ejercicio gubernamental y la integración orgánica de las minorías en la nación; asegure la participación plena de la mujer y de otros sectores tradicionalmente desprotegidos y discriminados, en todos los ámbitos; y realice los esfuerzos necesarios para lograr la unidad latinoamericana.

«7. Comprende que los cimientos de toda construcción francmasónica están constituidos por la vivencia ética de sus miembros y que sólo el ejemplo de un comportamiento ético y cívico-político irreprochables, constituye la garantía de permanencia y vigencia de la primitiva francmasonería.» (AFE, 2008)

Al revisar la evolución de los principios progresistas masónicos se puede apreciar que hay varios elementos importantes a tomar en consideración, pero hay uno que podría considerarse punto de partida que caracteriza y diferencia a la tendencia progresista masónica: la idea del cambio. Así, mientras el término conservadorismo hace relación a un pensamiento y una actitud apegada a las tradiciones y al deseo de continuidad de las mismas, es decir reacia al cambio, su antónimo, el término progresismo, se refiere a la aspiración de reformas y renovaciones, es decir promueve el cambio. En masonería la diferencia entre una y otra posición se manifiesta claramente al contrastar, por una parte el 25º landmark de Mackey, referente normativo superior de grandes logias conservadoras, que dice en traducción libre «…estos landmarks nunca pueden cambiarse. Nada puede restarse de ellos nada puede ser añadido a ellos ni la más mínima modificación puede hacerse en ellos…» (Mackey, 2014), y por otra parte el 27º principio básico de la Francmasonería Progresista de Rito Primitivo, referente normativo superior para sus Academias, que dice: «… Estos preceptos no pueden estar en contraposición con los progresos de las Ciencias ni con las ideas avanzadas de épocas posteriores…» (Espadas, 1962, p. 106).

Como complemento de lo anterior cabe mencionar que los lemas también dicen mucho sobre las concepciones masónicas: “A la gloria del Gran Arquitecto del Universo”, sobre todo cuando la fórmula GADU es utilizada como sinónimo de Dios, es un lema característico de grandes logias conservadoras; “Libertad, Igualdad, Fraternidad.” es propio de grandes orientes liberales como el Gran Oriente de Francia; y «Por el triunfo de la verdad científicamente demostrable, por el progreso del género humano, por la unión, solidaridad y cooperación entre los francmasones, por la libertad, igualdad y fraternidad universales.» es el lema de las academias de la Francmasonería Progresista de Rito Primitivo. Estos lemas sintetizan aquellas ideas consideradas más importantes por cada tipo de masonería y en su conjunto constituyen una muestra de la diversidad de concepciones masónicas.

En los últimos años, en Latinoamérica, la idea de una masonería progresista se extendió no solo por la vía masónica de los ritos, logias o masones y masonas progresistas, sino por vía social y política, ya que al crecer las masonerías e ingresar a las logias algunos hermanos y hermanas con pensamiento de izquierda, descubrieron afinidades entre los principios masónicos y sus concepciones, y encontraron que muchas logias constituían centros de unión en que se encontraban miembros de una izquierda tradicionalmente desunida en la sociedad pero que al interior de las organizaciones masónicas estaban unidos por la fraternidad y la práctica de la tolerancia, por lo que se fue produciendo de manera natural una comprensión «progresista» de los principios masónicos, que no era otra cosa que una actualización y aplicación de los mismos a las realidades del momento. Pero también se dio el caso de quienes siendo en el llamado «mundo profano» personas de izquierda, al interior de las organizaciones masónicas asumieron posiciones conservadoras, influenciadas por el entorno, la mentalidad y la formación tradicionalista de las logias en las que se iniciaron.

Por esto es importante considerar que el término «progresista» se ha desarrollado en el marco de la realidad social y política y ha tenido interpretaciones e implicaciones un tanto diferentes según el lugar y la época en que se ha sido utilizado, razón por la cual debemos tener claras las connotaciones que tiene este término en la vida social, pues las ideas imperantes o que se debaten en la sociedad indudablemente han influido e influyen en el pensamiento masónico, así como las ideas surgidas en las logias influyen en el ámbito público cuando ellas trascienden.

El término progresista lo aborda el ex presidente ecuatoriano Rodrigo Borja en su Enciclopedia de la Política (2015), quien si bien considera que es un término impreciso, señala que «se utiliza para designar el pensamiento o la actitud favorables al progreso en su más amplio y multidimensional sentido: cultural, político, social, económico, científico» y añade que esto implica una postura optimista respecto de la posibilidad de perfeccionamiento de la sociedad, la cual varió en el tiempo, adaptándose y luchando por los anhelos y objetivos sociales en cada época y circunstancia, habiendo sido estos, en los últimos siglos, la civilización, el conocimiento, la razón y la ciencia, la libertad, la adaptación a la naturaleza, la justicia social, por lo que ha estado vinculado a la izquierda y a la avanzada social, aunque sin connotaciones radicales, buscando eliminar los defectos de sociedades injustas e instaurar condiciones socioeconómicas más equitativas. Y en los últimos tiempos ha asumido las complejidades de la realidad social y actúa en consecuencia, por lo que no es progresismo lo utópico, sin contacto con la realidad, ni lo anticientífico, se opone a integrismos y fundamentalismos y se empeña en encontrar respuestas reales. En términos generales esta descripción es aplicable a organizaciones de la sociedad civil de naturaleza masónica que se sienten identificadas con estas ideas y actitudes, es decir a la masonería progresista, aunque su esencia es más amplia y sus métodos son distintos.

Pero ya que el término progresismo es utilizado en la sociedad por muchas agrupaciones, movimientos políticos y hasta gobiernos, sea en sus denominaciones o en sus discursos, porque se consideran parte de una amplia corriente, es necesario tomar en cuenta que a las agrupaciones como a las personas se las conoce más por sus acciones que por sus palabras y que cuando tienen poder éste generalmente las muestra como realmente son. Por tanto no deberían considerarse progresistas, por más que así lo afirmen, quienes defienden el dogma en lugar de la razón y la ciencia, irrespetan la laicidad, coartan libertades y violan los derechos humanos, depredan la naturaleza, convierten al poder en un fin en sí mismo y lo concentran, sucumben al caudillismo, presentan como voluntad popular la de líderes y burocracias, confunden progresismo con centralismo y estatismo, incurren en actos de corrupción, o toman medidas que sirven para el mantenimiento del poder o el beneficio de aliados y terminan consolidando los modelos tradicionales de injusticia e inequidad. En el ámbito de la masonería progresista estas formas de pensar y de actuar tampoco pueden considerarse masónicas ni progresistas.

En la última década del siglo XX, nuestro hermano Pedro Saad (2014) realizó el análisis reproducido parcialmente en citas anteriores, el que culminó con el señalamiento de las perspectivas para el siglo XXI, que la francmasonería progresista ecuatoriana asumió y que en términos generales resultan válidas para la masonería progresista latinoamericana:

«Ahora estamos aquí. Los masones socialistas no necesitamos que nos cuenten que han derribado el muro de Berlín. Y no queremos que nadie venga ante nosotros a quejarse de que le cayó encima.

«Nosotros ayudamos a tumbarlo, pero desde el otro lado.

«Y ahora nos toca ser fieles a la herencia intelectual, de coraje y de coraje intelectual que hemos recibido de nuestros hermanos masones.

«Tenemos que diseñar nuestras tareas para este último pedacito del siglo XX y para todo el siglo venidero.

«No se trata que reneguemos de la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad. Ni siquiera se trata de que ya no nos basten y queramos nuevas palabras para sumarlas a ellas y convertir una divisa en un libro.

«Es más sencillo que eso. La Libertad, la Igualdad y la Fraternidad, como deidades hindúes, sin perder su esencia adquieren avatares diferentes en distintas épocas. Ahora es la época nuestra, y necesitamos una Masonería ecuatoriana que sea capaz de ampliar sus tareas operativas e involucrar nuevos desafíos.

«Creemos que entre esos desafíos están los siguientes:

«1.- Buscar una armonización de la justicia social y económica, sin que ella signifique el sacrificio de las libertades políticas;

«2.- Buscar una armonización de nuevo tipo entre la sociedad y el individuo, sus respectivos derechos y obligaciones mutuos;

«3.- Buscar una armonía entre el desarrollo económico y la conservación del medio ambiente;

«4.- Luchar sin concesiones por la vigencia plena de los derechos humanos de los individuos y de los derechos económicos, sociales y culturales de los pueblos;

«5.- Buscar la realización de nuevas formas de democracia, que preserven, dentro de un estado de derecho, el gobierno de las mayorías, los derechos de las minorías y la participación continua de la sociedad civil en el gobierno del Estado;

«6.- Promover, facultar, exigir e imponer la integración orgánica de todas las minorías nacionales en la vertiente principal de la nación ecuatoriana;

«7.- Estimar siempre que la democracia, el progreso y el desarrollo son inconcebibles sin una participación plena e igualitaria de la mujer en todas las esferas de la vida y, por supuesto…

«8.- Como siempre, estar dispuestos a dar incluso la vida por lograr la unidad de la América Latina.

Es en todo el contexto descrito, generalmente desconocido, que las concepciones masónicas progresistas empiezan a manifestarse cada vez más, principalmente -o más fácilmente-, en el seno de la ya amplia masonería liberal de nuestro continente, en un proceso consecuente con los principios masónicos, asumido también por parte de las grandes logias, grandes orientes y confederaciones masónicas liberales más destacadas y por dirigentes que han influido gravitantemente en ellas, como los queridos hermanos Elbio Laxalte Terra, Presidente de la Federación Americana de Supremos Consejos del Rito Escocés Antiguo y Aceptado (FASCREAA) y ex presidente de CIMAS, e Iván Herrera Michel, ex Presidente de FASCREAA y ex Vicepresidente de CLIPSAS, ambos también vinculados al Rito Francés o Moderno.

El año pasado intercambié opiniones con el querido hermano Elbio Laxalte a raíz de cierta información que le solicité para la elaboración de una plancha, y él me contó que cuando fue Gran Maestro del Gran Oriente de la Franc-Masonería del Uruguay (GOFMU) impulsó con fuerza el sentido liberal y adogmático del quehacer masónico en todos los cuerpos que lo conforman y ritos que practican, es decir lo que podríamos considerar un «liberalismo masónico» practicado internamente a plenitud, pero además impulsó una preocupación «progresista», a la que llama «masonería de progreso» para diferenciarla del progresismo político de sus país, la que, cuando fue Presidente de la Confederación Interamericana de la Masonería Simbólica (CIMAS), la promovió por distintos medios, incluso la incorporación de los principios de CIMAS en el texto de los convenios masónicos celebrados con distintas organizaciones. Pero si bien recordaba que estos principios vienen desde la fundación de la Confederación en 2002 y conocía que entre sus antecedentes se contó con la influencia de hermanos mexicanos, fruto de nuestro intercambio epistolar pudimos constatar que la estructura y buena parte de la redacción de los artículos de la Declaración y Principios de CIMAS coinciden o se inspiran en la Declaración de Principios de la Academia Maya del Rito Primitivo, al ser comparados con documentos de esta Academia del año 1997 en que constan dichos Principios. Lo valioso en este caso es que sin haberse conocido necesariamente este origen se haya producido una coincidencia y confluencia de ideas progresistas, que muestran el avance de las concepciones masónicas. A una parte de lo mencionado en este punto, junto con otros temas, me referí en la plancha que dio motivo al referido intercambio de información y opiniones, titulada «Librepensamiento, adogmatismo, antidogmatismo, ateísmo y agnosticismo en masonería», la que pueden leerla en https://goo.gl/i8Y75u .

El 21 de agosto de 2015, el querido hermano Iván Herrera Michel, durante el 8° Encuentro de CIMAS, efectuado en Cajamarca, Perú, leyó una plancha titulada «La Utopía de una Masonería Progresista» (2015), cuyo título puede generar alguna duda pues la palabra utopía suele ser interpretada como algo irrealizable aunque también como la manifestación de un anhelo o ideal. Pero el contenido de la plancha, que les recomiendo leerlo (http://goo.gl/nZAT50), da cuenta de su preocupación por el avance del pensamiento y el quehacer masónicos. En ella, a partir de su explicación histórica de la evolución masónica, aporta con precisiones sobre el carácter dogmático de las organizaciones masónicas que, pese a incorporar mujeres, imponen una determinada concepción de landmarks, aplican mandamientos en lugar de sugerencias y no incentivan la libertad de pensamiento y de conciencia sino que adoctrinan. A partir de esto, por contraste, concibe la masonería progresista basándola en el pensamiento, ética y conciencia libres de sus integrantes, y en que provoca conciencia en la sociedad. Cita la afirmación del destacado historiador francés querido hermano Charles Porset (1944-2011), que dice «El fin y el objeto de la Masonería es «la realidad».», para considerar que el juzgamiento de las masonería y los masones debe basarse en  «…como iluminan sus entornos, como los perciben, como lo sienten y como se implican» y que «La Masonería progresista provoca en la sociedad conciencia y genera emoción. Diseña lenguajes y planteamientos y reclama cuidados, comunica y ofrece la ventaja de ser universal». Se trata de una preocupación por lo social, que muestra que los avances de la humanidad contrastan con su incapacidad de erradicar el sufrimiento, y con su asimetría en su compromiso público, conciencia social y logro de bienestar, señalando como ejemplos la situación del SIDA en África, el derrocamiento de Salvador Allende en Chile, la situación de los últimos tiempos de Grecia, la relación entre neoliberalismo y población carcelaria. Considera que es necesario sensibilizar a los pueblos poderosos, y concluye afirmando que: «Una Masonería que nace latitudinaria, y deviene en liberal, adogmática y progresista, está íntimamente relacionada con el deseo de dar un sentido a la vida y alcanzar la felicidad propia y ajena. Encuentra la necesidad y la búsqueda de un mundo mejor, más solidario y más justo.» Y cita a Borges para parafrasearlo y afirmar que «lo que más importa de la Masonería progresista, es lo que se hace con esa Masonería progresista.» 

De entre los importantes temas que aborda este trabajo, llama la atención su justa crítica a las organizaciones masónicas mixtas y femeninas que mantienen concepciones dogmáticas y prácticas autoritarias, las que por este motivo no podrían considerarse progresistas, pero cabe agregar que aquellas organizaciones con principios y prácticas laicas y librepensadoras, democráticas y hasta con ideas y propuestas de avanzada, pero que no admiten mujeres, por esta razón tampoco podrían considerarse progresistas.

En el mismo 8vo. Congreso de CIMAS realizado en Cajamarca, el querido hermano Elbio Laxalte expuso su plancha «Algunas Reflexiones sobre el futuro de la Masonería de Progreso» (2015), que también les recomiendo leerla (https://goo.gl/0dgTrR págs. 20 a 31). En ella expresa que nuestro rol es conocer el pasado para inspirarnos para el futuro, pues la tradición no es un ancla que nos amarra sino una fuerte referencia que nos impulsa. Recuerda que CIMAS se planteó agrupar voluntades para un proyecto expresado en su Declaración de Principios y que corresponde a los masones de progreso de hoy comenzar a construir la civilización del futuro. Pero que existen algunas tendencias que frenan o impiden el despliegue de nuestra institución. Y menciona que hace más de 60 años no hay nada relevante que provenga de iniciativa masónica; que si bien los ideales éticos masónicos han sido asumidos por las sociedades democráticas hay nuevos problemas frente a los cuales no tenemos respuesta ni mayor preocupación institucional; que es insoportable sigamos debatiendo la iniciación de la mujer, gastando energía e irrespetando los derechos humanos, lo que le hace cuestionarse si la masonería tiene futuro; que buena parte de la masonería se cree capacitada para dictar condicionamientos religiosos cuando el mundo avanza a una espiritualidad plural, en muchos casos sin dioses; y que hay una fragmentación institucional excesiva, menor retención de miembros, falta de estudio, encierro místico, transformación de logias en clubes de amigos o de negocios, mayor distancia entre la masonería y la academia y con el sistema asociativo civil, quedándonos sin correas de transmisión con la sociedad, encerrándonos y alejándonos del mundo a construir; a más de las famosas regularidades y el absurdo llamado de la masonería inglesa a una guerra contra la irregularidad. Este panorama representa nuestras debilidades institucionales. Sin embargo se cuestiona ¿qué cosas podemos hacer? y se responde: potenciar los ideales democráticos y republicanos; trabajar por la laicidad como fundamento de la democracia y de una gobernanza mundial neutral de las influencias dogmáticas; definir y buscar el bien común universal potenciando la idea de que hay bienes comunes a los que no debe aplicarse la lógica mercantil en función del desarrollo sustentable; explorar el desarrollo de una economía que escape a las lógicas del mercado y del lucro; generar conciencia de la necesidad de una educación gratuita y de calidad; así como de una gobernanza mundial democrática basada en el interés general; trabajar por la no violencia y la paz mundial y por el cuidado del medio ambiente; desarrollar una conciencia cosmopolita; formar hombres y mujeres nuevos, inconformes, rebeldes, fraternos; no perder el sentido de la memoria histórica para transmitir valores y ejemplos; luchar contra la alienación y cosificación humana; propagar la noción de que el amor por el otro es condición necesaria para la supervivencia humana; desarrollar ONG’s que puedan ocuparse de manera altruista de resolver los problemas que el mercado no puede resolver; y la necesidad de un espíritu de resistencia que nos permita hacer frente a todas las opresiones. Para esto plantea formar nuevos individuos abiertos al mundo, que a partir de la iniciación devengan en ciudadanos conscientes de su rol, con conocimientos, e implicados en la construcción de su comunidad de pertenencia, pero con una visión global que los comprometa con la construcción de la humanidad, en una época que estimula el repliegue sobre la vida privada, el consumo desorbitado y el abandono de la cosa pública en manos de tecnócratas, demagogos, incompetentes o corruptos. Pero que no es desde el aislamiento en la aparente comodidad logial que se pueden protagonizar transformaciones.

Además, el mencionado evento masónico efectuado en Cajamarca sirvió para que el Gran Maestro Adjunto del Gran Oriente Unido de la República del Ecuador (GOUDRE), querido hermano Dante Orellana Salvador, realizara una exposición de las fuentes de investigación e ideas iniciales para la formulación del proyecto «Rito Masónico Andino», el cual plantea retomar las raíces andinas, expresadas en una historia milenaria, y en saberes, mitos, leyendas, todas las cuales conforman nuestras culturas, a fin de que, por medio de este rito, surgido en nuestras tierras, se canalice la formación y la actuación masónicas acordes con ellas, y acordes también con una concepción masónica de carácter progresista. Para la construcción de este proyecto manifestó su interés de que la Logia de Investigación Cóndor de Luz, que tiene a su cargo el desarrollo del mismo, cuente con aportes de diversos hermanos y hermanas, logias, grandes logias y grandes orientes caracterizados por un pensamiento liberal y progresista.

Todos estos pensamientos, acciones e inquietudes aportan elementos adicionales para la formulación de una definición general de Masonería Progresista, como alternativa a optar y como cometido por el cual trabajar, por parte de masones y masonas, logias y organizaciones masónicas que quieran realmente llevar adelante este tipo de masonería, especialmente en Latinoamérica. A partir de ellos, una primera conclusión a la que se puede llegar es que la masonería progresista no se contrapone, sino que integra dentro de sí las concepciones de la masonería liberal y a partir de ellas pretende ir más allá en el proceso evolutivo del ser humano y de la sociedad.

Es sobre la base de todos los antecedentes expuestos en este trazado que caracterizo a la Masonería Progresista con los elementos que expongo a continuación.

La Masonería Progresista:

1) Considera al mundo, a la sociedad, a las instituciones y a las personas, en constante proceso de cambio, y aspira a influir positivamente en todas ellas con miras a su mejoramiento constante, para lo cual comprende el quehacer masónico como un proceso que supone el cumplimiento de cometidos teóricos y prácticos para lograr resultados trascendentes, constituyéndose así, a la vez, en una masonería especulativa y operativa, dedicada al estudio, la reflexión y la acción en la sociedad.

2) Integra y potencia en su teoría y accionar interno y externo las concepciones y prácticas masónicas liberales y en especial la defensa de las libertades de pensamiento y de conciencia, la búsqueda incesante de la verdad mediante la razón y la ciencia, la libertad de expresión, el laicismo, la democracia, y la práctica de la tolerancia; y en consecuencia es incompatible con concepciones institucionales dogmáticas y la exigencia de creencias; con doctrinas y prácticas contrarias a la realidad, la razón y la evidencia; y con normas, estructuras, costumbres y prácticas antidemocráticas que limitan derechos y de carácter discriminatorio, excluyente y autocrático, especialmente aquellas que excluyen a la mujer, coartan la libertad de expresión en razón del grado, limitan la autonomía logial y suplantan la potestad superior que tiene el pueblo masónico por sobre cualquier mandatario institucional. Pero además, considera que su carácter incluyente y democrático implica desterrar las concepciones elitistas y los impedimentos económicos, a fin de abrir las puertas masónicas a los más amplios sectores sociales.

3) Tiene una concepción humanista en permanente desarrollo que le lleva a trabajar constantemente por el progreso del género humano, entendido como la construcción de sociedades en las que se hagan realidad sus ideales, principios y valores de libertad, igualdad, fraternidad, justicia, tolerancia, laicismo, paz, y la vigencia plena de los derechos humanos, propiciando la mejora radical de la calidad de vida y de las condiciones socio económicas y culturales de toda la población, previendo el bienestar de las actuales y futuras generaciones, la vida en armonía con la naturaleza y el respeto y colaboración de las diferentes culturas. Por consiguiente, se opone a toda forma de opresión, aculturización, explotación y violencia y especialmente a las lacras del mundo contemporáneo, algunas de las cuales incluso amenazan acabar con la humanidad: la destrucción del medio ambiente debido a un sistema económico basado en el lucro, la producción y consumo desenfrenados y la especulación financiera, que además causan pobreza, injusticia y muertes por hambre, lo que contrasta con el despilfarro y la desigual distribución de la riqueza creada por todos; el armamentismo y las guerras de conquista; el tráfico de personas, órganos y de narcóticos; la emigración forzada debido a la violencia y el desempleo, así como el rechazo, persecución y represión de inmigrantes; la xenofobia, el neofascismo, los fundamentalismos religiosos y todas las expresiones de odio al diferente; los dogmatismos que se valen de su cercanía al poder para imponer el oscurantismo y coartar las opciones personales de vida en temas como sexualidad, aborto, matrimonio gay, eutanasia y otras; la corrupción generalizada a todo nivel favorecida por la anulación de los controles democráticos y sociales, la opacidad de los asuntos públicos y el mantenimiento de paraísos fiscales y de delincuentes financieros, especialmente en países desarrollados; la pérdida de soberanía de los pueblos debido al intervencionismo político y económico, o directamente militar, los tratados comerciales leoninos y la usurpación de su poder por parte de organismos y tecnócratas internacionales o caudillos y burócratas nacionales, al servicio de minorías poderosas.

4) Trabaja por el cosmopolitismo, la unidad y solidaridad de los pueblos, basada en el respeto a la identidad y diversidad cultural, la defensa de las libertades, los derechos humanos, los derechos económicos y sociales, la defensa de la soberanía, la construcción y fortalecimiento de una institucionalidad verdaderamente democrática, y porque se haga realidad el ideal de unidad latinoamericana; para cuyo logro da importancia trascendental a una educación y una comunicación social que sean laicas, éticas, críticas, humanistas, científicas, comprometidas socialmente, y gratuitas.

5) Fomenta en sus integrantes el estudio, la reflexión y la acción fundadas en el mejoramiento ético, el desarrollo de la mentalidad racional y científica, el ejercicio del librepensamiento, el conocimiento y preocupación por los asuntos de la res pública, y el espíritu de solidaridad, lo que requiere que el análisis y la reflexión masónicos se fundamenten en la razón, en la ciencia y en la realidad social; y que la operatividad masónica se la entienda como una obligación ética, masónica y ciudadana, que convierte a masones, masonas y organizaciones masónicas y paramasónicas, en agentes de cambio en función de los objetivos de progreso social y desarrollo humano.

6) Considera que la formación masónica, que comienza con la ceremonia de recepción o iniciación y que se desarrolla permanentemente mediante estudios multidisciplinarios, debe generar como resultados la práctica de la ética individual y social en todos los ámbitos públicos y privados, de conformidad con los principios masónicos, constituyendo éstos el cimiento de la construcción social masónica y el referente principal para el reconocimiento de la calidad masónica individual e institucional, en lugar de formalismos anacrónicos.

7) Comprende que los grados y el desempeño de cargos masónicos (así como el ejercicio de puestos públicos y privados) son responsabilidades que en una fraternidad de iguales, y en las repúblicas y democracias, no pueden considerarse ni superiores ni inferiores, sino diferentes, por lo que no deben menoscabar la igualdad y dignidad esenciales de todos los seres humanos, no otorgan prerrogativa alguna ni diferencia en el trato entre masones y masonas y entre masones, masonas y no masones, sino obligaciones de servicio sustentadas en los principios y valores masónicos, los que deben practicarse en primer lugar al interior de las organizaciones masónicas.

8) Respeta las distintas formas de entender y practicar la masonería, reconociendo la riqueza que brinda la diversidad, por lo que promueve los estudios masónicos multirito y propicia la formulación de unos nuevos referentes, linderos o acuerdos de confluencia, válidos para las distintas masonerías, en búsqueda de la unidad en la diversidad, sobre la base de la identificación de los ideales, valores, principios, objetivos y prácticas comunes, a fin de diseñar y emprender proyectos y acciones operativos y trascendentes en los que puedan participar masones y masonas de distintos ritos y organizaciones, sin exclusión ni distinción de ninguna naturaleza.

9) Los objetivos que se imponga y que renueve constantemente la masonería progresista, basada en sus principios, no deben ser utópicos en cuanto irrealizables, sino que deben concretarse en metas que, aunque resulten difíciles de alcanzar, sean posibles, por lo que asume la importancia de la lucha por utopías en el sentido que le da Eduardo Galeano a este término: “¿Para qué sirve la utopía? …sirve: para caminar.», razón por la cual hace suyas las palabras de Pedro Saad Herrería: «…como todos los grandes ideales humanos, la Utopía, la Libertad, la Igualdad, la Fraternidad y la Francmasonería o son sinónimos o no significan nada».

Quito, 6 de junio de 2016, c:. g:.

Notas

(1) El Gran Maestro Arthur Groussier, en el informe que presentó en 1939 a la Asociación Masónica Internacional en nombre del Gran Oriente de Francia, explicó que los Deberes de Anderson de 1723 son el único texto al que pueden sentirse vinculados todas las potencias masónicas; y que la primera Gran Logia de Francia los recibió de la Gran Logia de Inglaterra según su texto de 1723, el que declara que en tiempos antiguos se exigía a los masones tener la religión del país en el que vivían, pero que se consideró más conveniente que cumpliesen con la religión con la que todos los hombres están de acuerdo, es decir ser hombres de honor y de buenas costumbres, dejando a ellos sus opiniones particulares, por lo que se pregunta si tienen el derecho a pensar que imponer el dogma de la revelación divina es contrario al texto y al espíritu de estos antiguos deberes de 1723. Luego relata que en 1849, por influencia de eclesiásticos galicanos se rompió con la tradición del Gran Oriente al introducir en su Constitución la creencia en Dios y en la inmortalidad del alma, por lo que cuando 28 años más tarde se borró esta afirmación, el Gran Oriente de Francia simplemente volvió a su tradición de respeto a los ritos, creencias y todas las concepciones filosóficas, con lo que no pretende hacer profesión de ateísmo, ni cambiar los principios masónicos, sino respetar la fe religiosa y convicciones políticas de sus adeptos, dejando a cada uno la plena libertad de su conciencia. (Heracles, 2002, 21-22)

(2) En agosto de 1983 varios hermanos chilenos exiliados en Quito, que trabajaban en logias de la Gran Logia Equinoccial del Ecuador (GLEDE) recibieron una carta de la recientemente constituida Logia Lautaro Nº 1, al Oriente de París, suscrita por sus Venerable Maestro, Orador y Secretario, logia que con la Janus Nº 2, también recientemente creada en Suecia, ambas bajo los auspicios del Gran Oriente de Francia, estaban llamadas a constituir -junto con una tercera logia- el Gran Oriente de Chile en el Exilio. (Muñoz y otros, 1983). Esto motivó a estos hermanos chilenos residentes en Quito a constituirse primero en Triángulo (18 de septiembre) y luego en Logia, a la que denominaron Arauco, pero las dificultades que entonces presentaba trabajar prácticamente en solitario les llevó a adscribirla a la GLEDE, en la que pudieron trabajar utilizando los rituales escoceses de la Gran Logia de Chile. Pero el espíritu que animaba a sus miembros era el humanismo, la libertad, la democracia y el agrupamiento de los masones chilenos fuera de su patria, y por eso consideraban que el masón que contemporiza con las tiranías traiciona a la masonería, que no podían transigir con el despotismo imperante en Chile y que era su deber luchar contra las tiranías y promover acciones conducentes a una sociedad libre, igualitaria y fraterna. Esta Logia y los hermanos chilenos que la conformaron tuvieron una importante influencia en la GLEDE.

Referencias

[AFE] Academia Francmasónica Ecuatoriana (2008, marzo 21). Declaración de Principios de la Academia Francmasónica Ecuatoriana. Disponible en https://academiafrancmasonicaecuatoriana.wordpress.com/2008/03/21/declaracion-de-principios-de-la-academia-francmasonica-ecuatoriana/

Araujo, J. (2015, septiembre 3). Contra el idiotismo. Disponible en https://jaraujofrias.wordpress.com/2015/09/03/contra-el-idiotismo/

Borja, R. (2015). «progresismo» en Enciclopedia de la Política. Disponible en http://www.enciclopediadelapolitica.org/Default.aspx?i=&por=p&idind=1237&termino=

Espadas y Aguilar, R. (1962). Historia General de la Francmasonería Progresista Universal. Su Filosofía. Mérida: Supremo Consejo del Rito Primitivo. Reimpresión de la 1ra edición de su autor.

[FPU] Francmasonería Progresista Universal. Rito Primitivo. (1997). Guía del aprendiz. Aprobada por la Confederación de Supremos Consejos de las Academias. Primera y segunda parte. Mérida: Editorial Academia Francmasónica Maya.

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